lunes, 14 de marzo de 2016

Otra mirada sobre la guerra

La guerra es labor y profesión de empírico, según el reposado fallo del Mariscal de Sajonia. El  alumno del campamento y del combate quiebra fácilmente las alas al técnico adocenado y pedante. El  azar preside las hostilidades, ensalza la conjetura, burla el cálculo.
La campaña presenta situaciones que se suceden sorprendentes y diversas. Requiere por tanto a cada paso astucia instantánea, originalidad brusca. Derrota la teoría preconcebida, la erudición encastillada y minuciosa.
(...) Los generales de atrevimiento juvenil, los soldados de zafia energía aprendieron el arte jamás  escrito de vencer en la escuela de atribuladas campañas, por el consejo del entusiasmo, como por el de una deidad (...)
No tiene mucho valor la habilidad previa que alguno de ellos lograra en el servicio de la rudimentaria milicia colonial ni la atrasada teoría aprendida en el trato con jefes peninsulares, si se las compara con la práctica depurada en medio del exterminio, en la alternativa de la victoria y del desastre.
Anzoátegui es honroso ejemplar en la falange ambiciosa, inexperta e imberbe (...)
[Bolívar] Había recogido y armonizado, sin lastimarse, aquel carácter con otros varios para la sola  empresa. Con el mismo objeto de ahuyentar la noche, combina el sagaz campesino las virtudes  diferentes de los árboles, al desgajar sus ramas para una sola antorcha.

Una mirada que entra en tensión con la concepción del heroismo y el soldado "En la muerte de un héroe". El azar, el entusiasmo, la "falange ambiciosa, inexperta e imberbe", el "arte jamás escrito", se oponen al cálculo, la teoría, la "erudición encastillada y minuciosa". Abre el texto con una idea del Mariscal de Sajonia, en un gesto que visibiliza esa relación de escritura al margen de la historia europea que señala rama.

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