Venezuela debe lo principal y más duradero de su crédito a la valentía de aquellos militares que con el siglo diez y nueve surgieron apasionados e indóciles (...) Nunca fue su norte el renombre de pacato y de honorable, lazo de incautos. Todos eran hombres ingenuos y violentos, de vida desproporcionada y libre (...)
El poeta señala la falta de "entusiasmo adivinador de los poetas" cuando se "romple el sigilo de su sepulcro y turba el sueño de sus cenizas". Son "eruditos apergaminados y dispépticos" a quienes les despierta la venganza; y los "incoloros" a quienes les suscita la saña.
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